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La figura del artista en tres cuentos de Kafka (página 2)




Enviado por araceli



Partes: 1, 2

Pero como en realidad esto no le sucedió nunca a
nadie, el arte, para el narrador, sería un espacio
inexistente, una doctrina tan optimista como irrealizable: una
utopía. Sin embargo, no puede explicarse ciertamente el
"enigma" del "inmenso afecto" que el arte de la cantora produce;
es decir : qué cosa es aquella que la convierte en
artista. Esta pregunta encontraría respuesta en la doble
dirección que adquiere el fenómeno-artista
Josefina. Ella es como una gran madre espirituala quien el pueblo
acude en busca de esa fuerza desconocida y misteriosa. Pero, a su
vez, Josefina no existe por sí misma; es una
creación del pueblo que la puso en ese lugar y la
sostiene. Es una creación colectiva nacida como necesidad
básica del espíritu ante la deshumanización
del mundo industrializado. La cantante pertenece a ese pueblo de
obreros y en este sentido también ella –como el
constructor, en otro- participaría de ambos
mundos.

Por ser artista-cración-colectiva su
relación con el pueblo-público es paternal,
así la conciben. Pero (a pesar de y por paternal) no es
incondicional : ambos, artista y pueblo nunca llegan a ser
adultos. Pasan de la niñez a la adultez. Nuestro pueblo
ama la astucia inocua del susurro infantil –dice el
narrador. Josefina, por su parte, ha sabido aprovechar "esta
puerilidad".

Pero, aunque ella también sabe que en
algún momento será abandonada, lucha porque ese
momento tarde en llegar; y lo hace manteniendo una postura
infantil. Su último chillido-canto tuvo un poco más
de sentimiento, por eso la multitud, ante su helada mirada, le
abrió paso respetuosamente.

La figura del artista-constructor se configura de manera
diferente. El desearía ser olvidado, no tener contacto con
el exterior. Pero hasta el aire que respira le llega por las
perforaciones que hicieron las ratas. Y si bien en un principio
su razón le señala que el peligro proviene de
pequeños seres del exterior, la evolución de su
paranoia (si es lícito utilizar este término) lo
lleva a imaginar una criatura de grandes y amenazadoras
dimensiones.

Temor ante la amenaza externa y ante el propio monstruo
interior. La obra, que debiera ser su protección, se
transforma en su propia cárcel. Debe conocer la forma de
salir y de entrar. Su recurso fundamental, (espiritual) es, el
silencio, la supresión del ruido. Este artista cuestiona
permanentemente su obra y también su arte. Como para el
narrador de "Josefina…", arte y obra serían
también objeto utópico, fortaleza impenetrable,
espacio inexistente.

Esta figura de artista está en las
antípodas de Josefina (creación colectiva). Tampoco
nadie lo colocó en ese lugar, solamente él, por su
propia voluntad; como el ayunador.

El arte, "esa rara manía de llamar la
atención" aparece en "Un artista…" como un mandato
insoslayable. (arte sería semejante a religión).
Este artista –como el constructor- no es parte del pueblo
(ratones,masificación) como Josefina. No necesita
encontrar la salida –como el constructor, salir de su obra,
recurrir al sistema). Al constructor le preocupa el asedio
(más que la persecución). El ayunante
desearía ser asediado, vigilado constantemente por un
espectador que pudiera, de esta manera, legitimar su arte. El
público no le cree y esa es su constante melancolía
de artista.

Solamente él podía legitimarlo ya que era
el único y verdadero espectador de su hambre
"completamente satisfecho". Satisfecho, pero no contento. Su
obra-delgadez no procedía de su arte, ya que gobernar la
necesidad de alimentarse no le costaba ningún esfuerzo. El
arte-ayuno le era forzoso, inevitable. Su obra-delgadez
procedía, entonces, de su descontento consigo
mismo.

También sus reacciones fueron infantiles en
algún momento de su vida (como las de Josefina). Cuando
alguien piadoso se compadecía de él,
respondía con una "explosión de furia" y
sacudía los hierros de su jaula ante semejante
incomprensión : nadie apreciaba su obra, por el contrario,
la rechazaban por atroz. En una época, aunque nadie lo
tomara en serio, fue mimado por el público como
Josefina.

También como ella, en algún momento se
hace cargo de las circunstancias y pasa de infante a adulto :
acepta, sin dificultad, que no fuera colocada su jaula en el
centro de la pista como número sobresaliente. Solamente
hacia el final, cuando era sólo "un pequeño
estorbo…que cada vez se hacía más diminuto" se
produce el reconocimiento.

Ante la admiración del inspector que le pregunta
si "todavía" ayuna, el artista, moribundo, le confiesa que
su obra no merece ser admirada porque la razón de su arte
había sido no encontrar "comida que le gustara". Si esto
hubiera ocurrido "se habría hartado…como
todos".

CONCLUSIONES:

La figura del artista se diseña de manera similar
en "Un artista…" y "La construcción". El ayunador
mantiene ciertas similitudes con "Josefina…" más que con
el constructor. Acerca de las figuras de Josefina y el ayunador,
se puede decir que ambos carecen de adolescencia ya que pasan de
la niñez a la adultez. Esta característica los
alejaría de la figura del constructor.

Por otra parte, desgarramiento y alienación son
características que acercan las figuras del ayunador y del
constructor. Ambos son alienados, permanecen al margen del mundo
exterior o no pertenecen a él. Esta marca de
alienación sería más notoria en el
constructor, ya que el artista del hambre reconoce que su arte (y
por consiguiente su obra), no hubieran existido si él
hubiera encontrado alimento.

El constructor es un artista absolutamente alienado a
pesar de su necesidad de alimento para subsistir. El
desgarramiento se produciría por la oposición de
dos tendencias presentes en el artista. Por un lado, el artista
solo, solo con ese mandato que es el arte. Para el constructor
también es una necesidad imperiosa alienarse, ocultarse en
su arte-obra.

El individualismo es una característica de ambos.
Sólo puede ser conocido el propio yo. Soledad,
concentración, vida ascética también son sus
características. Por otra parte, aparece la necesidad de
comer, la necesidad de ser mirado, comprendido, escuchado, la
necesidad de inspiración.

Josefina no es un "muerto vivo", no está sola,
tiene aduladores; el público, aunque no es incondicional,
le cree, es adicto a ella. En Josefina no existe desgarramiento.
Y sólo por medio del desgarramiento el artista puede
liberar el prodigioso mundo que lleva en su interior. El
desgarramiento lo hace verdadero artista y no aficionado
condenado a "la exaltada redención del olvido"

El ayunador sería la figura más
patética. Lo patético de su condición se
destaca en contraposición con la figura de la joven
pantera, dispuesta a desgarrar lo que se le pusiera por delante y
que llevaba consigo "la propia libertad". La pantera era un gran
placer hasta para el "más obtuso de los sentidos" (y
aquí aparece el narrador de Josefina). Lo patético
no es condición del artista-constructor.

 

 

Autor:

Araceli

carpediemlocus[arroba]hotmail.com

.

Partes: 1, 2
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